La
verdad nos hace libres y la mentira nos convierte en esclavos, porque perdemos
la percepción positiva y enaltecedora del que no tiene nada que ocultar ni de
que ocultarse. Así como la verdad es una sola y representa eventos,
sentimientos, situaciones ciertas y nacidas de la espontaneidad, la mentira
tiene mil facetas, puede utilizar muchas caras y nace de sentimientos que no
responden a la realidad de los hechos.
Al mentir, como se distorsiona o
niega a plena conciencia la realidad, el ser interno que es la casa del
espíritu, siente que esto es contrario a su propia esencia divina, e
independiente de su actitud y apariencia externa, en su fuero más íntimo se
siente culpable.
La culpabilidad perturba la
espiritualidad, alimentando un sentimiento angustioso que se manifiesta en la
inquietud de enfrentar o tener que lidiar con los eventos o hechos que son
verdaderos y por tanto de una fuerza arrolladora.
La angustia al no sentirse
conforme consigo mismo, no obstante que no es percibida en el exterior del
individuo, tiene el grave problema que no se puede desterrar porque vive dentro
de la persona misma, sin que exista otra solución que no sea la de corregir y…
decir la verdad.
Para enmendar se requiere
integridad y nobleza, pero como el que miente carece de esas virtudes, los
sentimientos negativos internos, tocan su intelectualidad y terminan creándole
estados neuróticos productores de estrés que, al final, afectan su salud integral.
La mentira es una violencia
contra nuestra propia esencia y sagrada individualidad, porque involucra no
actuar como nos corresponde… como deberíamos ser. Al mentir promovemos que
nuestros hermanos nos juzguen y de tal manera transgredan el mandamiento de no
juzgar.
La mentira voluntaria y a
conciencia, distorsionando o enmascarando la realidad de los hechos, al engañar
a los demás, nos engañamos a nosotros mismos y eso nos obstaculiza ser felices.
Mentir está en contra de los
cánones morales de muchas personas y está específicamente prohibido como pecado
en muchas religiones. La tradición ética y los filósofos están divididos sobre
si se puede permitir a veces una mentira (pero generalmente se posicionan en
contra): Platón decía que sí, mientras que Aristóteles, san Agustín y Kant
decían que nunca se puede permitir.
En función de las circunstancias,
se entiende que mentir para proteger a personas de un opresor inmoral suele ser
permisible. Es el caso, por ejemplo, de las víctimas de una guerra.
Mentir de una forma que
intensifica un conflicto, en vez de atenuarlo, generalmente se considera el
peor pecado.
Una mentira es una declaración
realizada por alguien que cree o sospecha que es falsa en todo o en parte,
esperando que los oyentes le crean, ocultando siempre la realidad en forma
parcial o total. Una cierta oración puede ser una mentira si el interlocutor
piensa que es falsa o que oculta parcialmente la verdad. En función de la
definición, una mentira puede ser una falsedad genuina o una verdad selectiva,
exagerar una verdad o incluso la verdad, si la intención es engañar o causar
una acción en contra de los intereses del oyente. Las ficciones, aunque falsas,
no se consideran mentiras.
La calumnia consiste en la
imputación falsa a una persona de la comisión de un hecho que la ley califique
como delito, a sabiendas de que éste no existe o de que el imputado no es el
que lo cometió.
En realidad no es más que un
supuesto agravado de la injuria, pero su naturaleza la emparenta más con los
delitos contra la
Administración de Justicia que con las infracciones contra el
honor. Su parentesco morfológico con la acusación y denuncia falsas es
evidente. La plena relevancia en la calumnia de la exceptio veritatis prueba lo
afirmado. Sin embargo, el legislador la incluye entre los delitos contra el
honor, y ya existe el delito de acusación y denuncia falsas como delito contra la Administración de
Justicia, es por ello necesario realizar un análisis detallado de la misma.
La imputación ha de ser falsa, si
no lo es y el acusado prueba la veracidad de su imputación, quedará exento de
pena, ya que el hecho no es típico; aunque pudiera castigarse por injurias.
Esto no quiere decir que todo el que denuncie un delito esté obligado a
probarlo, hasta el punto de que, si no lo hace, incurre en calumnia, pues, como
dice la STS de 14
de febrero de 2001, basta con que el sujeto crea en la veracidad de lo que
imputa y que no actúe “con temerario desprecio a la verdad”.
La imputación ha de ser de hechos
concretos y ha de recaer sobre persona determinada o determinable. Es
indiferente que se le impute una intervención a título de autor o cómplice.
También es indiferente que la calificación penal del hecho sea incorrecta.
Sujeto pasivo de la calumnia sólo
puede ser la persona física, ya que no cabe imputar a una persona jurídica la
comisión de un delito (societas delinquere non potest), y tampoco los
colectivos sin personalidad pueden ser sujetos pasivos de este delito.
Son posibles las distintas
modalidades de comisión de la injuria. Específicamente el Código Penal se
refiere, a efectos de determinar la pena a imponer, a las que se propaguen con
publicidad o no.
Las diferencias que hay entre
injurias y calumnias es una pregunta muy habitual y es que existen diferencias
entre ellas.
Por ej decir públicamente que
alguien engaña a su esposa con otra mujer…
La injuria es la expresión que
lesiona la dignidad de una persona perjudicando su reputación o atentando
contra su propia estima. Puede consistir en la atribución de unos hechos, en
formular juicios de valor sobre la persona… etc.
Y podemos decir que Incurre en un
delito de calumnia la persona que acusa a otra de haber cometido un delito a
sabiendas de que tal acusación es falsa.
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